Muchas veces tenemos la manía de cagarla pensando que todo va bien, que todo va sobre ruedas pero en la vida real la cama esta deshecha, los platos sucios, el café se enfría, los trenes llegan y se van y las horas pasan, pero nadie se da cuenta.
Nadie se da cuenta de que nos consumimos pensando que todo lo que hacemos lo hacemos bien y claro, si todos pensamos lo mismo quién se va a dar cuenta de que verdaderamente no es así, quién va a ser capaz de abrir los ojos a los ignorantes.
De esta manera, en el trabajo o en los estudios, cuando consigues estar en tu momento cumbre, hay envidiosos que se encargan de bajarte de golpe.
En la familia, cuando todo va bien y todos se llevan bien con todos, aparece algún problema que genera discusiones.
La paz solo dura hasta que algún subnormal coge una pistola y aprieta el gatillo.
En la amistad, que voy a decir de la amistad, la amistad es un mundo complicado de obstáculo tras obstáculo. ¿Acaso podría decirse que existe la amistad? Tratamos de amigos a simples conocidos y ese es un gran problema que tenemos porque no nos percatamos de que esas personas no están ahí cuando ya no te quedan fuerzas, no intentar pegar los cachos rotos de un plato cuando se ha caído. Pues bien, si os poneis a pensar, de todos los "amigos" los que harían eso se les puede contar con los dedos de una sola mano, e incluso podría decirse que sobran dedos.
Los "amigos" te fallan, te decepcionan, te muestran una faceta que luego no es verdad y encima muchos ni si quiera lo hacen a la cara, sino que lo hacen a tus espaldas y te tienes que enterar de manera ruin y para el colmo no dices nada y te callas la boca para que no se estropee todo aunque en la realidad, ya todo está dañado, nos pudrimos por dentro poco a poco pensando que todo va bien aunque en el fondo sepamos que no.
Sencillamente tenemos la manía de no querer darnos cuenta de la realidad. La pretendemos evitar y así nos va, con moho en nuestras entrañas hasta que ya no podamos más.
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